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CARTA ABIERTA LA PLATA BERISSO Y ENSENADA se reúne miércoles por medio a las 19:30hs y sábados por medio a las 10:30hs en el Salón de la Presidencia primer piso del Pje. Dardo Rocha, 50 e/6 y 7, La Plata.
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lunes, 2 de mayo de 2011

DE LA LIMPIEZA TELEVISIVA A LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA (¿Quieres hacer el favor de acompañarme, por favor?)*


“No veo razón para que no podamos hablar de ello si queremos hacerlo”


¿La obsesión por la limpieza puede convertirse en tema de debate público o debemos dejarla que se explaye a sus anchas exclusivamente dentro del mundo privado de las personas?

Me gustaría desenredar el ovillo de las publicidades televisivas de productos de limpieza (1) para ver si este tema puede traerse a la superficie sin entrar a juzgar psicologías o rasgos de personalidad.

Con el primer hilo sale una larga tira de palabras: aroma, perfume, rosas, fragancia, pino, marina, brillo, limpio, mariposas, lavanda, blanco, lustre, orden, y luego otras que aparecen contrapuestas y que no suenan tan bien: bacterias, barro, gérmenes, mancha, tierra, suciedad, sarro, desorden....detrás vienen, como figuritas de una guirnalda de papel, todas de la mano, madres, hijas, abuelas, nietas, amigas (muchas de ellas compitiendo entre sí), actrices (alguien debía encarnar esos personajes), actores conocidos (actúan de entrevistadores), odontólogos “reales”, algún nutricionista, un dibujo animado de un superhéroe en calzas anaranjadas.

Estamos en el siglo XXI... ¿tan precaria es nuestra (de mujeres y hombres) conciencia de género que las empresas siguen intentando vender exacerbando la imagen de las mujeres dedicadas a la limpieza obsesiva de la casa? No basta ya que las mujeres limpien, parecen decir estas publicidades, ahora deben eliminar gérmenes, bacterias, enfermedades. Ahora está en juego la salud. Ya no somos simples amas de casa, somos guardianas de la salud, nos han ascendido. Se aprecia el esfuerzo discursivo de las agencias de publicidad. La mujer común ya no sería tan fácil de seducir, ahora hay que crear -como los escritores que crean a sus propios lectores- la imagen de la nueva mujer que consuma la infinita variedad de productos de limpieza que hay en el mercado: esa es la mujer maniática. No se la llamará así, sino que se la mostrará como la mujer que cuida la salud de los suyos, que se preocupa por su marido y sus hijos, la mujer treintañera (no es una mujer antigua en lo que a edad se refiere) que "sabe" como se contagian las enfermedades y como evitarlas. Transmitido de generación en generación (de mujeres, según las publicidades), gracias a los conocimientos con los que nos ilumina un superhéroe dibujado o un actor multifunción (varón) el mensaje sigue siendo el mismo: el trabajo sucio nos sigue tocando a las mujeres. Cualquier persona que haya sentido vergüenza al ver estas publicidades puede dar fe de que son una forma de la violencia de género. Una forma que antecede a la violencia física. Porque la violencia física no nace de un repollo.

“¿Cómo debía actuar un hombre, dadas las circunstancias?”

Y entonces empiezo a tirar del segundo hilo, aunque me tiemble un poco la mano, porque parece que lo que está debajo es más pesado, o mejor, tiene efectos más expansivos. Lo primero que aparece es el nudo de la naturalización del engaño: convengamos que no es necesaria una batería de productos especiales para cubrir las necesidades de limpieza. Naturalización del engaño desde los dos lugares: desde el engañador y desde el engañado. Ambos aceptamos –un poco más o un poco menos- la mentira como verdad. Quizá esto funcione como presupuesto de lo que sigue.

Porque sigo desenrollando el hilo y aparece una pregunta: ¿qué es lo que molesta en estas publicidades? ¿Que aparezcan mujeres y hombres en roles estereotipados o que se le dé tanta importancia a la limpieza? Las dos cosas. La verdad es que no me gustaría ver las mismas propagandas “protagonizadas” por hombres. Y entonces llegamos al segundo nudo de este hilo: ¿qué modelo de persona (no ya de mujer) instauran estas publicidades? ¿Una persona que limpia tanto y tan a fondo puede ocuparse de otras cosas? ¿Le queda tiempo material o mental para interesarse por algo creativo o trascendente, por lo que les pasa a los demás, por cómo va marchando el mundo? Cualquiera sabe (y aquí viene de nuevo la mentira consentida y su uso para reforzar el rol estereotipado de las mujeres sin que se note tanto) que un trabajo tan duro como la limpieza no puede hacerse sin esfuerzo, que no es verdad que podamos dejar todo limpio en un segundo (que lo diga sino el cuerpo de las empleadas domésticas, todas mujeres). En realidad son muy pocas las cosas que pueden hacerse sin esfuerzo. Y el esfuerzo ocupa tiempo y energía. Y más si el ideal propuesto resulta inalcanzable.

Entonces me pregunto: si por una operación mental sacáramos a hombres y mujeres del lugar del modelo de la limpieza extrema que proponen estas propagandas, ¿como se llenaría ese vacío? A mi modo de ver ese es un vacío saludable, porque no se trata de un vacío de amor, de ternura, de contención hacia los demás (vacío que en todo caso -volviendo al primer hilo - sería muy grave si solo pudiera ser llenado por las mujeres) sino de un vacío generador, productivo, creativo. Bienvenido ese vacío. Es el vacío que le deja tiempo al/a consumidor/a para que se convierta en ciudadano/a.

“En determinado instante alzó los ojos y miró la cara de los jugadores. Se preguntó si alguna vez le habría sucedido a alguno de ellos lo mismo que a él”

Y de pronto me encuentro con el tercer nudo de este hilo: ¿qué significado tiene salvaguardar “a los nuestros” del más mínimo riesgo, por ejemplo, de algo tan hermoso y clásico, que nunca nos trajo problemas, como jugar con un perro? ¿A dónde ponemos a los demás en esta ecuación? ¿Por qué estas publicidades muestran el adentro y el afuera, lo familiar y lo desconocido, lo "propio" y lo "ajeno", el entretenimiento aséptico y el juego con contacto, la seguridad y la libertad, como términos confrontados, donde el primero representa a la salud y el segundo a la enfermedad? ¿En qué medida estas propagandas no refuerzan el discurso del miedo, del otro como enemigo, del control, del aislamiento, la desconfianza y el individualismo?

El "género atraviesa" decimos en la Revista de Carta Abierta La Plata (www.revistacartaabiertalaplata.blogspot.com). El discurso que descalifica a las mujeres no apunta solamente a las mujeres. Extranjeros, inmigrantes, pobres, presos, niños en conflicto con la ley, minorías, pensamientos alternativos, jóvenes, varones que no responden al estereotipo masculino, todos los que, por un motivo u otro, están en algún momento del otro lado del vidrio impecable, pueden ser peligrosos.

“…abre la puerta, por favor- dijo ella” (2)

Pero ¿qué pasa cuando el vidrio se rompe o la puerta se abre? ¿Qué pasa cuando por fin hablamos? ¿Van a pedirnos por favor que nos callemos porque lo que tenemos para decir es insoportable?

¿Alguien escucha a las mujeres hablando desde su dolor? ¿Cómo se hace para que nuestras voces sean tomadas por los demás? ¿Cómo se hace para ser escuchadas, no como se oye llover? ¿Están condenados los discursos de género a ser divulgados desde los suplementos especiales de los diarios y las Comisiones especiales de los grupos e Instituciones?

Y las mujeres sólo somos un Otro. ¿Cómo se hace para incluir a los muchos Otros en nuestra visión del mundo? ¿Es aquí cuando el hilo se enreda definitivamente?

La Presidenta ha dicho que sola no puede. Ha llamado a trabajar desde la diversidad. Nuestra Carta Abierta VIII habla de la "convivencia de lo diverso". Pero lo diverso no es solamente el inmigrante extranjero. Nos encontramos continuamente con la expresión de lo diferente aun en grupos pequeños con afinidad ideológica. Lo diferente es una manera cansina o demasiado vehemente de hablar, el énfasis que pone un compañero en cuestiones sin importancia para otro, tener o no tener una historia militante, las interpretaciones divergentes de la realidad, lo que alguien considera oportuno y el otro desubicado, las interioridades personales con todas sus infinitas expresiones, la voz fresca de la juventud o la experimentada de la mayor edad, el compañero que en su discurso y sus actitudes ignora las cuestiones de género y el que las incluye. Desde allí hay que partir, desde lo más finito, desde lo más básico, desde lo que nos toca todos los días. Quisiera pensar que no se trata solo de un ejercicio de tolerancia, porque esto tendría un alcance meramente cosmético. Creo que no podemos saltear el paso de construir políticamente desde nosotros mismos, si queremos que los cambios se profundicen, que se institucionalicen las transformaciones, como dijo la Presidenta en el discurso de Huracán.

En estos días hemos visto como la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA) ha rechazado por 40 votos contra 6 (números que constituyen prueba por sí mismos) la aplicación del cupo femenino en sus listas electorales. Han dicho que las mujeres llegarán "naturalmente" a los cargos representativos, porque son más cantidad en el padrón. Hemos visto jueces que han reducido penas de abuso sexual por la condición social de las niñas abusadas, que estarían “acostumbradas” a tener relaciones sexuales desde pequeñas. Hemos visto repetirse como un sueño espantoso traído desde el fondo de la historia la imagen sacrificial de la mujer incendiada.

También hemos visto a hombres creativos militando en contra de la violencia de género y llamando a otros hombres a sumarse (gracias).

No hay modo de "escuchar las voces" de los Otros si tenemos una visión normalizadora del statu quo. Porque en esa naturalización el experimentado se sigue imponiendo al tímido, el veterano al joven, las mayorías dominantes a las minorías, las costumbres patriarcales a las que quieren abrirse camino desde la igualdad.

Esa gran transformación que los tiempos políticos nos están pidiendo, para no encontrarnos al final del camino, otra vez, con “más de lo mismo”, no sería posible sin una mirada cuestionadora, liberada de miedos, si se quiere irreverente, que desadormezca ya no solo las naturalizaciones conocidas y que hemos combatido históricamente, sino aquellas que conmueven nuestras propias certezas.

Una mirada superadora que sea capaz de unir y sintetizar en un mismo acto creativo el apoyo y la crítica (apoyocrítico), el discurso y la acción, lo nuestro y lo ajeno, la libertad y la seguridad, las necesidades reales (no las televisivas) de las mujeres y los hombres.

Isabel de Gracia
La Plata, 27 de abril de 2011.

(*) con el aporte del intercambio generado en el grupo bondi-local@gruposyahoo.com.ar
(1) aromatizantes, desinfectantes, desodorantes, suavizantes, desengrasantes, jabones en polvo, detergentes, quitamanchas, lavandinas, insecticidas, líquidos para pisos, ceras, blanqueadores, abrillantadores, abrasivos… en todas sus variedades comerciales: líquido, gel, pasta, crema, aerosol, dispositivos a presión, de pared, adhesivos, productos concentrados, disueltos, con aromas, sin olor, antialérgicos, para adultos, para niños, para bebés, para todos los días, para ocasiones, para ropa de lana, de algodón, blanca, de color, negra, de fiesta, interior, para superficies de madera, de metal, de cuero, de vidrio,... o incluso para aplicar sobre nuestro propio cuerpo (cremas dentales, enjuagues bucales, aguas minerales que eliminan toxinas, preparados lácteos cuasilaxantes o anticolesterol, …).
(2) Los epígrafes los tomé del relato de Raymond Carver, “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?”















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